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viernes, 1 de noviembre de 2019
UNA CARTA QUE NO DICE ADIÓS Y SE DESPIDE
CARTA A UN SER QUERIDO QUE HA FALLECIDO
Estas letras son para ti que has fallecido dejando un hueco en mi corazón. Podría escribir un libro, y después otro, llenando toda una biblioteca con ellos, rodeándome de sus palabras, comas, puntos seguidos y apartes… Me dormiría con todos y con cada uno de sus títulos, despertándome de nuevo entre ellos, recordando con tierna alegría todo cuanto recibí de ti, día tras día.
Has fallecido, y hoy no me queda nada más que mirar hacia adelante, pero observando que ya nada es tan verde ni bello como lo era antes de que te marchases a mejor vida. Han cambiado los colores, el paisaje se ha llenado de tonos marrones, y el hueco dejado por tu ausencia se vuelve más grande con cada día que pasa.
Ya no estás, sólo veo las huellas de tu recuerdo que dejaste en la arena y en los prados. Hoy la lluvia recorre mi cara, confundiéndose con mis lágrimas, que son de amor y penas, porque ya no estás en este mundo. Pero sé que estás en un lindo jardín, y aunque ahora mis ojos se pierdan buscándote entre las estrellas y el espacio, confío que algún día pueda volver a verte al fin.
Busco tu mirada, intento tomar tu mano… pero ya no estás, y duele mucho. El corazón se me cae a pedazos, sintiendo tu ausencia, pero nada puedo hacer, no se puede ir contra lo establecido por Dios.
Sólo quiero que sepas, que tú y yo somos uno solo, que aunque has fallecido, tu corazón vive en el mío, porque no importa donde me encuentre, yo siempre te llevo conmigo.
MIENTRAS MI MENTE TENGA LUCIDEZ,
YO SIEMPRE ESTARÉ CON USTED.
Tu nombre ha quedado grabado en mis manos y en mi corazón. Será así mientras yo viva, hasta ese día en el que pueda volver a abrazarte y decirte cuanto te quiero.
Me haces falta, te extraño y te añoro; desearía que no te hubiese ido, que nunca hubiese tenido que despedirme de ti hasta la próxima vida... pero confio que estés bien ahí donde estés, sabiendo que mientras yo respire, te recordaré.
10 CONSEJOS PARA ENFRENTAR EL DOLOR DE UNA MUERTE
Cuando llega la muerte, le acompaña un dolor tan intenso que llegamos a sentir que nuestra propia vida acabar cada vez que nombramos a la persona que falleció. Nos cuesta respirar y el dolor se vuelve tan profundo que hasta los huesos nos duelen… Duele tratar un tema así, duele hablar de la muerte, duele porque es personal, porque nos recuerda a la pérdida sufrida, porque extrañamos y quisiéramos no tener que hacerlo.
Sentimos que la muerte nos lo arrebata todo en la vida, pues cuando alguien muere hay un adiós que es para siempre. Tuviéramos o no una despedida, es un camino sin vuelta atrás, nunca más podremos volver a encontrarnos. No es fácil llevar este dolor, el dolor de la ausencia irremediable y permanente, el dolor que deja un gran vacío… pero sí hay formas de llevar mejor este dolor, formas de que aunque duela, sea algo más soportable.
Cuando llega la muerte, el sufrimiento es inevitable.
Intenta pasar este dolor que te ha tocado vivir lo más suavemente posible. Lo que pasó no tiene revés, cuando llega la muerte es irremediable, por mucho que lo llores y lamentes no podrás deshacerlo. No queda más que aprender a vivir con ello, intentar que el recuerdo no duela sino que con el tiempo te haga feliz por lo compartido y vivido, aunque no fuese todo cuanto te gustaría que hubiese sido.
El peor de los lutos es la que llega por la muerte de un hijo.
Los padres nunca deberían enterrar a sus hijos, y hay dolores como estos que son más difíciles de llevar y superar. Pero la vida sigue, tu vida sigue y no estás sola; hay motivos por los que vivir y seguir luchando para ser feliz, por difícil que sea acabarás encontrándolos.
Es mi humilde esperanza, que al menos algunas de estas letras puedan ayudarte. Mira la vida con amor y a la muerte con respeto, hoy estamos y mañana no sabemos.
10 cosas en las que pensar para ayudarte a superar el dolor que causa la muerte y ausencia de un ser querido:
1. Aunque siempre esté presente el dolor de un fallecimiento, siempre habrá algo o alguien que nos ayude a pasar por ese triste camino de oscuridad.
2. Aunque así lo sientas, nunca estás sola. Recurre a tus amigos, a la familia, a quien tienes cerca de ti… busca el apoyo y el abrazo que necesitas, lo encontrarás.
3. No evites hablar de la muerte y lo que sientes, sería peor. Deja que todo pase por tu mente como una película, una y otra vez… verás que con el tiempo no será tan doloroso el recuerdo.
4. Pensemos que simplemente había llegado su día, que pese al dolor que te causa, tal vez era lo mejor: Muchas veces en nuestro vano intento de retener a nuestra persona amada, sólo le hacemos mal. Tal vez no era lo mejor para ti, pero sí para quien se fue.
5. Lo cierto es que muchas veces nos ponemos egoístas con este tema. Quizás sabemos que deben irse, pero no nos sentimos preparados para su marcha, e intentamos evitarlo todo lo posible. Y cuando llega su hora, estemos preparados o no, nos duele su ausencia, porque a la hora de la verdad, por mucho que nos preparemos, la verdad es que nunca estaremos totalmente preparados.
6. Miremos la vida como algo prestado, tarde o temprano llegará la muerte, así que hemos de agradecer por cada día que tenemos la oportunidad de volver a ver la luz del día. Igualmente, alegrémonos y agradezcamos cada día que nuestros seres queridos vivieron este regalo que es la vida. Tal vez no fue tanto como hubiésemos deseado, pero tuvieron la dicha de vivir.
7. No te preocupes por verte llorando, es normal, es parte del proceso que necesitas pasar. Llorarás, lo harás hoy y mañana… habrá días que no quieras ver ni el sol, pero no temas, es normal, poco a poco lo irás llevando mejor.
8. Todos tendremos que superar la muerte de alguien, eso es seguro. Nadie que viva se salva de tener que despedirse de alguien, la vida es así, tiene un final.
9. Si crees en Dios, aférrate a la promesa bíblica de Dios no te hará pasar por ninguna prueba o tribulación que no seas capaz de superar. Por muy insoportable que sea tu dolor, puedes superarlo.
10. Por mucho que lo odiemos, la muerte es parte de la vida; o como diríamos, el final de toda vida. No es evitable: mientras vivamos, veremos el final de otros, así es la vida. Todo tiene un final, así está escrito, y así será. Asumámoslo, aceptémoslo, aunque quisiéramos que no fuese así, es así.
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